La locomotora de vapor fue construida por Richard Trevithick en 1804. Imaginemos la primera vez que alguien observó a ese monstruo de hierro reforzado, humeante y ruidoso, desplazándose a gran velocidad por unas barras de metal que se extendían hasta el aparente infinito. La concepción de muchas personas cuyo ingreso dependía de transportar grandes cantidades de producto por tierra, cambio inevitablemente. Sus servicios ya no eran necesarios. Había llegado el momento de evolucionar o extinguirse.
De igual forma en el 2020 nos enfrentamos a algo similar, una pandemia por COVID-19 que ha cambiado al mundo, en ideas, costumbres, manera de vivir y un sin fin de cosas a las que no estábamos acostumbrados, como el quedarnos en casa por períodos largos de tiempo. Algo ajeno a nuestro control que nos desafía a adaptarnos… nos fomenta u obliga a evolucionar.
En lo personal esta pandemia me ha sentado muy bien. Me ha orillado a adaptarme mediante la adquisición de nuevos conocimientos y herramientas. He experimentado distintas formas de comunicación e interacción social. También he descubierto plataformas digitales, las cuales desconocía y ahora estoy muy familiarizado con ellas. Lo mejor de todo, es que la pandemia me ha hecho ser más consiente y responsable de los alcances que tienen mis actos sobre mi salud y la de quienes me rodean.
En este punto de mi vida, creo que me es irrelevante que esté o no presente una pandemia, pues considero que hago todo lo que está en mis manos para seguir creciendo personal, intelectual y culturalmente. Aunado a las medidas de seguridad que intento tener y fomentar en mi círculo familiar y personal. Siento que la pandemia por SARS-Cov-2 es un test evolutivo el cual pone a prueba nuestra capacidad mental, física, emocional, social y económica. No añoremos una era sin locomotora, aprendamos a viajar en tren.
Enue Reynaldo Gómez Macías / Asesor educativo