Los últimos cinco meses han sido de incertidumbre para la mayoría de la población, en temas económicos y de salud, tanto física como emocional. Durante este tiempo he escuchado historias muy diversas de consecuencias que ha dejado la pandemia: personas que se han quedado sin empleo, quienes han perdido a algún familiar o se han enfermado, quienes han sufrido algún accidente que los imposibilita para seguir trabajando, quienes se han contagiado y los han tenido que precindir de sus servicios o aquellos que han sufrido problemas emocionales. También he lidiado y conocido a gente muy cercana y querida que ha pasado por ellas.
Durante mi vida he tratado de ser empática con las diversas realidades que viven las personas a mi alrededor. Sin embargo, desde que colaboro con la fundación he logrado poner en práctica mi ejercicio de reflexión y cuestionar mi propia realidad desde otros puntos de vista.
Es por esto que, a pesar de que la mayoría de las consecuencias han sido muy poco favorables o fatales, es necesario reconocer que también hay algunas que han sido positivas. Por ejemplo, todos los asesores han tomado un papel muy importante al ser los responsables de poner en práctica las recomendaciones de seguridad para cuidar su salud y la de nuestros alumnos; y por supuesto, la iniciativa que han tomado los estudiantes para llevarlas a cabo. Lo que nos demuestra que esta situación nos ha permitido cuestionar nuestras formas de vida y de alguna manera nos ha vuelto más empáticos, respetando y cuidando la vida de otros.
También, me ha sorprendido gratamente que a pesar de todos los obstáculos que puedan presentar los alumnos, y por supuesto los asesores, seguimos apostando por la educación. Hay alumnos que han sido despedidos y que hasta ahora no encuentran trabajo, pero que continúan estudiando. Y también hay asesores que nos hemos quedado sin un aula para trabajar y hemos temido por quedarnos sin empleo, pero aun así seguimos atendiendo a nuestros estudiantes.
Por esto, poder colaborar con el aula virtual, aunque sea por un tiempo, me ha demostrado que sin importar los obstáculos, si se tiene una meta fijada se pueden encontrar soluciones para lograrla, a pesar de la gran desigualdad en cuestiones de acceso a las tecnologías, pues no todos cuentan con un celular o una computadora que les permitan estudiar desde casa.
Me gusta creer que la motivación y el deseo por cambiar nuestra realidad junto con el apoyo y guía de las personas que nos rodean para trabajar de manera colectiva es el inicio para lograr muchas cosas en el ámbito educativo pero sobre todo en el personal y como sociedad, y me hace recordar una frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano que dice “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos” (Relato Celebración de las Contradicciones/2, 1987).