Esta es la frase más popular con la que me enfrento al invitar a los trabajadores de la construcción para que se integren al aula de obra. Y entonces uno busca en su repertorio para encontrar el argumento que logre hacerlos reconsiderar. Una clásica es: “si quieres encontrar un trabajo más calificado y mejor pagado, necesitas un certificado que avale tu nivel de estudios”. Pero no siempre funciona, en especial cuando son adultos mayores de 40 porque es muy difícil encontrar otro trabajo a su edad… De hecho, hoy día tienes más de 30 y tus opciones se hacen pequeñas. La edad es un factor por el que no se animan a integrarse al aula. “¡Ay maestra, ya estoy viejo para estos trotes!”. ¡Viejos los cerros y reverdecen! Ese dicho me sirve de premisa: –Don, nunca es tarde para hacer algo que lo pueda hacer crecer y superarse–. Una de las metas en mis grupos es liberarse de la etiqueta “edad” como un límite para dejar de aprender. Total, según Einstein y su famosa Teoría de la Relatividad, el tiempo es relativo.
Lo piensan, lo analizan y entonces encuentran otra justificación: “Mmmm, pero tengo la cabeza oxidada”. Ese tampoco es problema: –Amigo, al estimular el cerebro a través del estudio, tus capacidades en otros niveles también aumentarán. Retomar el estudio es una manera de continuar creciendo laboral y personalmente. Por lo tanto, tendrás más facilidad para desempeñarte en distintas áreas–. De ninguna manera debería considerarse al cerebro desechable o como algo que nos sirve sólo de momento, porque con los años ya no tiene la misma calidad. Estas dudas son justificaciones erróneas, puesto que evidentemente los recursos cognitivos disminuyen con la edad, pero si se ejercita la mente, éstos pueden aumentar en las personas adultas.
Y parece que pierdo su interés: “Bueno, voy a pensarlo”… Que no se vaya, ¡vamos Liz, piensa algo! Sí, esta es buena: –¿Tienes hijos? (espero que sí…)–, de ser así, al ver tus logros, querrán prepararse para superarse ellos también–. En particular las mujeres gustan de verse como la mamá que los ayudará con sus tareas, así que en algunas ocasiones, funciona. Y con eso de las nuevas masculinidades, también hay papás que se interesan en la escuela de sus hijos. Sin embargo, no todos tienen hijos y otros los tienen, pero ya son adultos independientes.
Otra vez: piensa, piensa, piensa, ¿qué le digo? ¡Cierto! ¡Cómo no se me ocurrió antes! –Hazlo por ti. El éxito personal es una de las cosas más difíciles de alcanzar. La realización de terminar algo por ti mismo es el camino para lograrlo. Estudiar por primera vez o retomar tus estudios hará que empieces a valorarte más. Te demostrará cuán importante es que te preocupes por ti mismo, por tus necesidades y por tus emociones–. Nuestros alumnos potenciales deben estar dispuestos a retomar esos sueños postergados, a aventurarse en proyectos nuevos. Es como ese momento en el que te das un gustito para consentirte o te atreves a cambiar tu look con ese corte de cabello que está de moda.
Una de las principales razones por las que los adultos no se deciden a retomar sus estudios es el miedo. Lo que explica la renuencia a aceptar la invitación o a visitar el aula aunque esté ahí, en su lugar de trabajo. Así que siempre te replican o buscan pretextos. Nuestra misión entonces no sólo es la de un maestro que se enlista para combatir el rezago educativo. Nos convertimos en líderes que deben cambiar pensamientos y revolucionar mentes. Lo que ahora llaman un “coach de vida”. Debemos motivarlos para que comprendan que todos y cada uno de los seres humanos precisa cumplir objetivos para mejorar su autoestima. En este caso, al conseguir terminar un nivel o un curso se sentirán renovados y motivados para continuar creciendo en el ámbito profesional.
Ya en el aula, el reto es mantenerlos y desarrollar en ellos competencias que les sean útiles en su vida y en su trabajo. Independientemente de si su estancia en la obra les permitió terminar. Fomentar ser autogestivos nos asegurará que darán seguimiento a su proceso educativo con o sin aula de por medio. El primer paso a seguir es vencer sus miedos y apoyarlos en este viaje. Necesitan una red de apoyo en el aula, en la obra y en casa. Si tienen hijos pueden organizarse con ellos, que sus compañeros y jefes inmediatos (encargados, cabos y contratistas), los impulsen y feliciten por ir a estudiar. Por eso es fundamental que hablen con su gente más cercana y aprendan a pedir ayuda.
Después viene la voluntad, que lo puede todo. Lo más destacable es que estudian voluntariamente, nadie los obliga. Definitivamente las ganas de ser alguien en la vida y ante todo sentirte orgulloso de ti mismo como ser humano, hará que cada nuevo alumno dedique tiempo de calidad a sus estudios. Que definan un plan de vida a corto, mediano y largo plazo. Plantearles la pregunta: ¿qué quieres para tu futuro? Es necesario que estén convencidos, así, por más responsabilidades que tengan, siempre encontrarán un tiempo en su rutina para estudiar. La clave está en organizar sus horarios y en preocuparse solo por estudiar en ese tiempo que le dedican al aula.
Y finalmente, la responsabilidad: para aprobar exámenes es necesario asistir a clase y ser un estudiante que tenga hábitos. Por la experiencia adquirida a lo largo de sus vidas son auténticos estudiantes con criterios bien definidos. Sólo necesitan compatibilizar el estudio con otras responsabilidades familiares y laborales. A pesar de la inversión de tiempo que implica asumir el rol de estudiante, de padre/madre de familia, de cónyuge o pareja, de trabajador en una obra en construcción, lo más complicado es conservar una vida múltiple. Y ese es un reto que pocos aceptan.
Esta no es una fórmula que se pueda seguir al pie de la letra y me asegure tener un aula llena con muchos egresados. La educación de adultos representa un concepto en evolución constante y existen muchas aristas en torno al tema. Una de ellas consiste en el análisis desde la perspectiva del aprendizaje a lo largo de la vida e incluye la enseñanza formal, no formal, informal, por razones personales o profesionales, a tiempo parcial o completo, a distancia y extraescolar, por mencionar algunas. Lo que provoca que la generación de propuestas se encuentre llena de retos.
Por: Lizbeth Ávila Dorador