El sistema educativo ha tenido cambios significativos a raíz de la pandemia provocada por el Covid-19; estos cambios (cierre de escuelas) afectaron las formas y maneras de enseñar; es decir se migró de una forma presencial de enseñanza a una virtual;  para que miles de estudiantes no se vieran afectados en continuar sus estudios de cualquier nivel educativo; sin embargo el docente ha sido el sector con mayor  afectación para enfrentar con éxito su labor en la era de la virtualidad educativa, al verse limitado en competencias digitales, por carecer de la tecnología y al no estar preparado en una formación acorde a las circunstancias, lo llevaron a implementar estrategias inmediatas para no dejar a sus alumnos sin clases y lograr cumplir el cometido constitucional, la culminación con éxito de la educación.

Situado en el contexto de la Fundación Construyendo y Creciendo; estas estrategias inmediatas; evidencian la vocación de los asesores educativos; porque se dieron a la tarea de llamar cotidianamente a sus estudiantes a teléfonos fijos o móviles, para explicar los temas, otros tuvieron que ir a los domicilios en plena pandemia, para apoyar en las actividades y tareas; algunos otros apoyaron facilitando crédito a los teléfonos celulares de sus estudiantes, otros mantienen contacto vía WhatsApp y Facebook. Por lo tanto, cuando se tiene la vocación, no importa el tiempo, el espacio, ni el horario, lo importante no es dejar a los estudiantes sin sus clases.

Estos actos, no sé si son heroicos, pero sí dan cuenta de un compromiso social que los asesores establecen ante la responsabilidad de su función, cuando hay un compromiso, se refleja en creatividad. Lo que hace evidente que los docentes, sí desean aprender, crecer y evolucionar. Por ello hay que prepararse y aceptar los cambios que se generan a partir de esta pandemia.

 Ya lo refiere un gran pedagogo; “El profesorado sabe que ha de estar en constante cambio y renovación, y que la incertidumbre forma parte desde hace tiempo de su entorno profesional. Esa necesidad de cambio y esa percepción de incertidumbre han sido fulminantes y vertiginosas en los últimos decenios. Y esta nueva situación requiere que se planteen cambios en la forma de trabajar en las escuelas. O al menos deberían plantearse. Es necesario cambiar constantemente en la profesión de enseñar. Las funciones en las aulas y en las instituciones educativas han ido cambiando a lo largo de los siglos al mismo ritmo que la sociedad; ahora el sistema educativo debe acelerar si no quiere perder el paso y quedarse obsoleto” (F.Imbernón, “Ser docente en una sociedad compleja”. La difícil tarea de enseñar. 2017).

Recordemos que el cambio es una constante en la educación; cada cierto periodo se realizan nuevas propuestas para mejorar, desde la política y los modelos educativos, los planes y programas de estudio, los libros de texto, las metodologías de enseñanza y hasta los recursos didácticos. Los docentes deben estar habituados a los cambios porque se mueven de una escuela a otra y es muy probable que, en su trayectoria profesional, hayan conocido a muchas autoridades y compañeros de trabajo, al igual que a un gran número de niñas, niños, adolescentes, jóvenes y a las familias. Podemos decir que la vida profesional de las y los profesores ha estado, está y seguirá estando en constante transformación.

Lorena Marin Meceda / Asesora de CyC

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